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sábado, 28 de mayo de 2016
EL CABALLERO CARMELO
Escenarios
La casa donde convivía la numerosa familia del narrador, personajes de esta historia, se hallaba en la ciudad de Pisco, situada frente al mar, con tres plazuelas (una de ellas la principal) y su muelle, ciudad que entonces más parecía una aldea grande.Inmediata a dicho puerto, yendo por el camino de la playa hacia el sur, estaba la caleta de San Andrés de los pescadores, «aldea de gentes sencillas, que eleva sus casuchas entre la rumorosa orilla y el estéril desierto». Esa es la «aldea encantada» que el autor evoca constantemente en sus cuentos criollos, la misma donde se realizaban peleas de gallos en el marco de la celebración del aniversario patrio del 28 de julio.
En las cercanías de Pisco y en la ruta hacia Ica, se extendía la Hacienda Caucato, que ocupaba un verde y fértil valle, copioso de árboles frutales, explotado antaño por los jesuitas. Era la tierra del Carmelo y de otros gallos de pelea de la región.
Personajes
Caso insólito en la literatura peruana hasta ese entonces (aunque no en la hispanoamericana), que los personajes principales sean animales, en este caso dos gallos de pelea:- El Carmelo y,
- El Ajiseco
Habría que mencionar también al gallo «Pelado», el protagonista de la sección II del cuento. Este es otro gallo de estirpe, que fue suplantado por el Carmelo en las preferencias de la familia.
El otro personaje principal es el narrador y testigo de la historia, es decir el mismo Abraham Valdelomar, que cuando aquella transcurre debía tener entre 8 y 9 años de edad, no más (algunas versiones dicen que tenía entonces 12 años, pero esto es improbable, ya que cerca de cumplir 11 años abandonó Pisco con toda su familia y se fue a vivir a Chincha).
Luego están los integrantes de la familia del narrador:
- Los padres (cuyos nombres no se mencionan). El padre, el aficionado de la gallística, se levantaba temprano para ir a trabajar. La madre se dedicaba a las tareas del hogar y al cuidado de sus 6 hijos menores todavía.
- Los hermanos:
- Roberto, el mayor, quien retorna al hogar luego de un largo viaje trayendo regalos.
- Anfiloquio, el protector del gallo «Pelado».
- Rosa, la hermana mayor.
- Jesús, una niña muy inquieta y sensible, de menor edad de Abraham.
- Héctor, sin duda muy pequeño aún, pues no participa en la historia y solo se le menciona como uno de los receptores de los regalos del hermano mayor.
Análisis estructural
El cuento está dividido en seis secciones o capítulos cortos. Cronológicamente el relato es lineal, con la clásica secuencia: inicio – desarrollo – clímax – desenlace.- Inicio (la llegada del Carmelo).
- Desarrollo (la descripción del entorno y los preparativos de la pelea entre el Carmelo y el Ajiseco).
- Clímax (la pelea entre el Carmelo y el Ajiseco, y el triunfo del primero).
- Desenlace (la muerte del Carmelo en el seno del hogar).
A continuación, un resumen del cuento por capítulos, para tener una visión global de su estructura.
I.- El relato se inicia con la llegada de Roberto, hermano mayor del narrador, quien trae regalos para la familia. A su padre le obsequia un gallo carmelo, que será conocido como el «Caballero Carmelo» y llegará a ser el preferido de todos.
II.- Empieza describiendo el amanecer en Pisco, la partida del padre hacía su trabajo, la llegada del panadero. Los niños se encargan de alimentar a los animales del corral, cuya descripción detallada se hace. Entre estos destaca un gallo llamado el «Pelado», quien, pendenciero y escandaloso, se escapa y se mete en el comedor causando destrozos. Enterado el padre, sentencia que el «Pelado» sería sacrificado para el almuerzo del domingo. El dueño del gallo, Anfiloquio (uno de los hermanos de Abraham), protesta por esta decisión y trata de argüir razones para salvarlo. Pero la decisión ya estaba tomada. El muchacho entonces llora impotente, ante lo cual interviene la madre, quien le promete que no matarían a su gallo.
III.- El narrador hace una descripción de Pisco, frente al mar, con sus tres plazuelas y su puerto. Mas al sur, yendo por el camino de la costa, se llegaba a la aldea de San Andrés de los Pescadores, poblada de gentes sencillas, dedicadas a la pesca y el comercio, descendientes de las poblaciones nativas o «hijos del sol». De estos aldeanos el narrador hace una descripción idílica (en algunas versiones del cuento, sobre toda en aquellas destinadas a los escolares, se mutila inexplicablemente esta sección).
IV.- Comienza con la descripción del gallo Carmelo, a quien el narrador pinta con trazos de caballero medieval. Habían pasado ya tres años de que llegara el gallo a casa y había envejecido, luego de ser ganador en varios duelos con otros gallos de la región. Pero entonces la familia recibe una noticia aterradora: el padre, molesto porque alguien había dicho que su gallo no era de raza, lo volvería a hacer pelear, esta vez con otro gallo más joven, el Ajiseco. El duelo se pacta para el día 28 de julio, día de la patria, en la aldea de San Andrés. Un hombre viene seis días consecutivos para entrenar al Carmelo. Finalmente llega el día esperado y se llevan al Carmelo, ante las protestas de la madre y el llanto de las niñas. Una de ellas, Jesús, ruega a Abraham que lo siga y lo cuide.
V.- El pueblo de San Andrés se halla engalanado para la fiesta. La pelea de los gallos se realiza en una pequeña cancha, a la que asiste mucha gente, entre apostadores y espectadores. Al frente se halla el juez, es decir, el dirimente de la pelea. Luego de una pelea preliminar, empieza el duelo entre el Carmelo y el Ajiseco. El favorito de los apostadores era este último, y todos creían que sería el ganador. Pero luego de una reñida pelea, el Carmelo se alza con el triunfo, aunque queda gravemente herido. Todos felicitan al padre de Abraham por la victoria de su gallo de pelea. Abraham carga al Carmelo y se lo lleva a casa.
VI.- Dos días estuvo el Carmelo sometido a toda clase de cuidados. Pero todo es en vano y expira, luego de dar su último canto, ante la consternación de toda la familia.
Análisis estilístico
En «El caballero Carmelo» Valdelomar evoca con ternura y sencillez la vida de la infancia, del hogar, del puerto y de la provincia. Su lenguaje es claro, expresivo y breve, todo lo cual supone una admirable destreza técnica.En este cuento encontramos también descripciones de fino impresionismo y una prosa que pone en relieve detalles llenos de colorido, en una estrategia cuya pretensión es dar vitalidad a los hechos comunes, a las cosas sencillas,como por ejemplo, la enumeración de las viandas que el hermano mayor distribuye a los miembros de la familia:
Quesos frescos y blancos envueltos por la cintura con paja de cebada, de la quebrada de Humay; chancacas hechas con cocos, nueces, maní y almendras; frijoles colados, en sus redondas calabacitas, pintadas encima con un rectángulo de su propio dulce, que indicaba la tapa, de Chincha Baja; bizcochuelos, en sus cajas de papel, de yema de huevo y harina de papas, leves, esponjosos, amarillos y dulces…Ingenuas y encantadoras son también algunas descripciones, como la de los animales del corral:
Venía hasta nosotros la cabra, refregando su cabeza en nuestras piernas; piaban los pollitos; tímidamente ese acercaban los conejos blancos con sus largas orejas, sus redondos ojos brillantes y su boca de niña presumida; los patitos, recién «sacados», amarillos como yema de huevo, trepaban en un panto de agua; cantaba desde su rincón, entrabado, el «Carmelo», y el pavo, siempre orgulloso, alharaquero y antipático, hacía por desdeñarnos, mientras los patos, balanceándose como dueñas gordas, hacían por lo bajo comentarios sobre la actitud poco gentil del petulante.Al mismo tiempo, con este relato la subjetividad entró de lleno en la narrativa peruana. Los acontecimientos importan más por las impresiones que producen en la conciencia de los protagonistas. El creador tiene una conciencia que valora y modula la realidad.
Por su lenguaje, materia y referencia, «El caballero Carmelo» y los demás cuentos criollos representaron una saludable superación del artificio y cultismo extremo de la prosa modernista, todavía en boga.
Análisis temático
En este relato, Valdelomar maneja la animización, por la cual los seres o entidades de la naturaleza son caracterizados con atributos humanos. El «Carmelo» ha sido dotado con las virtudes humanas como la caballerosidad y la nobleza, añadidas al arrojo y la valentía. El narrador le endilga de epítetos como «hidalgo», «amigo íntimo», «héroe», «paladín» y «caballero medieval». El gallo es el paradigma o emblema de un tipo de conducta deseable, al mismo tiempo que símbolo evocador de todo lo que es sano y hermoso en el mundo: hogar, campo, cielo, mar, ruralidad laboriosa. Frente a él se alza la arrogancia y la ruindad de su joven rival, el «Ajiseco» quien «no parecía ser un gallo fino de distinguida alcurnia» y que «hacía cosas tan petulantes cuan humanas: miraba con desprecio a nuestro gallo y se paseaba como dueño de la cancha». Cuando el «Carmelo» lo vence, simboliza también el triunfo de la nobleza sobre la vileza, la caballerosidad sobre la villanía, la autenticidad sobre la vanidad.Entre la ficción y la realidad
Tampoco Valdelomar se preocupó de reconstruir con fidelidad los detalles referentes a las peleas de gallos y a las características de estos animales, tal como lo ha demostrado Marco Aurelio Denegri en su libro Arte y Ciencia de la Gallística (Kavia Cobaya editores, Lima, 1999), citada por el biógrafo del escritor, Manuel Miguel del Priego:
«… tanto en la descripción del gallo Carmelo, como en la descripción de la riña en que éste participa y su secuela, Valdelomar cae en errores de nomenclatura y de comprensión de lo que verdaderamente ocurre durante una pelea de gallos y aún después. Así lo demuestra el polígrafo y experto en gallística Marco Aurelio Denegri en su libro acerca del tema, quien, implacablemente, deja en cueros, con las «plumas al viento», y privado hasta de su nombre al gallo de la narración, porque, como lo pinta Valdelomar, tiene características distintas a las que distinguen a un carmelo. El carmelo que lo es de verdad «tiene el dorso, los hombros y el arco del ala, de color pardo rojizo, acanelado; la golilla y la silla, de color anaranjado o rojo acastañado; el resto del cuerpo, blanco, y también la cola». El Carmelo del cuento, en cambio, adolece de «imprecisión cromática» –por ejemplo, no se llega a saber de qué color era su cola– y deviene «un remedo, un gallo de varios colores mal combinados, vale decir, un gallo de plumaje abigarrado», acaso «un carmeloide». Pero las inexactitudes enumeradas por Denegri con relación a muchos otros aspectos, y contenidas en el cuento, son tantas, que no nos animamos a reproducirlas, limitándonos a señalar que, en efecto –al menos, según nos parece– Valdelomar de gallística lo ignoraba todo, de pico a patas, y que, probablemente, no tuvo cómo documentarse acerca del tema estando en Roma, donde escribió su famoso relato sólo con la memoria del corazón, a muchas millas de Pisco o Lima, y en 1913, y con apenas los datos del niño de ocho o nueve años que era cuando probablemente tuvo lugar la anécdota que lo inspiró.9
Importancia
Jorge Basadre Grohmann, quien además de historiador es también uno de los más lúcidos críticos literarios, considera que con «El caballero Carmelo» se inicia el cuento criollo en el Perú, en forma de cuento costeño que retrata la vida del hogar provinciano. Aunque la más correcta definición sería «neocriollo», para diferenciarlo del antiguo criollismo, festivo y a menudo satírico, que contrasta con la nota de melancolía con que están teñidos los cuentos criollos valdelomarianos. Habría que agregar que estos cuentos son los que han marcado con mayor intensidad y duración el proceso de la literatura peruana. Con ellos prácticamente la narrativa peruana ingresa a la modernidad. Basadre señala también que con Valdelomar aparece por primera vez el niño como protagonista en la narrativa peruana.«Con el Caballero Carmelo puede decirse que comienza en el Perú el cuento criollo. Las Tradiciones de Palma algo de eso habían tenido en cuanto pintaban algunas características de nuestro ambiente pero fugazmente u opacadas por el paramento de la evocación. Las Tradiciones, tenían, además, predominante sabor limeño. Valdelomar supo perennizar en los cuentos que inician aquel libro la vida de la provincia y, al mismo tiempo, la vida del hogar. Como López Albújar hizo el cuento de la sierra, él hizo el cuento costeño. Además, es aquí donde recién aparece el niño como protagonista de la literatura peruana, que había sido tan adulta en el gimoteo romántico como en las risas de los epigramáticos. Y al mismo tiempo, nuestra literatura donde escasea el sentimiento del paisaje, se enriquece con estas visiones límpidas del puerto y del mar. La sensibilidad de Valdelomar, un poco femenina en su dulzura y en su delicadeza, se prestaba para miniar estas páginas autobiografiadas donde el recuerdo detallaba lo pintoresco»
Mensajes
Desde un punto de vista ideológico, la pelea del Carmelo y el Ajiseco puede interpretarse como un símbolo de la lucha entre dos prototipos de personalidades: el Carmelo representa la nobleza (es de buena estirpe), la caballerosidad (no usa malas tretas y se limita a atacar con sus patas armadas) y la autenticidad (no presume lo que no es), mientras que el Ajiseco representa la villanía (no parecía ser de alcurnia), la vileza (trata de imponerse a aletazos y picotazos) y la vanidad (era presuntuoso). El Carmelo triunfa y con él todas sus cualidades buenas y ejemplares, pero a costa de su propia vida. Pero su recuerdo perdura imborrablemente y sin duda allí es donde radica su mayor victoria.Algunos intentan «dilucidar» en el cuento un mensaje contrario a las peleas de gallos; sin embargo no es esa la intención del escritor. Lo que entristece al niño Abraham y a sus hermanos es que se haga pelear a un animal ya viejo, con el grave riesgo de que sucumba frente a un rival más joven. De acuerdo al contexto cultural de entonces (y aun de ahora) se considera que el gallo de pelea nace y vive para pelear (lo mismo se diría de un toro de lidia), al menos hasta donde las fuerzas lo permitan; no hay ninguna objeción al respecto, incluso el autor idealiza la lucha gallística y la compara con los duelos de caballeros medievales. Si se quiere entresacar mensajes del relato, estos serían:
- El amor filial y fraternal. La unidad familiar. El hermano mayor que retorna al hogar luego de recorrer el país (en busca de trabajo) y trae regalos para cada uno de los miembros de su familia (padres y hermanos).
- El entorno hogareño armónico. La madre, abnegada y cariñosa, que cumple devotamente sus tareas conyugales y vela por su numerosa familia. El padre que sale temprano a trabajar y que regresa al atardecer al hogar.
- El respeto a la autoridad paterna; a pesar de que la decisión del padre causa pesar a la madre y a los hijos, ninguno de ellos se rebela de manera desaprensiva contra tal decisión.
- El sentimiento de sincero respeto y admiración hacia la raza nativa, «los hijos del sol»; y en general hacia todas las personas sencillas dedicadas a tareas como la pesca y la artesanía.
- La sensibilidad por el sufrimiento de un animal; cuando el Carmelo es llevado a casa gravemente herido es «sometido a todo tipo de atenciones»; cuando muere, toda la familia queda apesadumbrada.